26.2.09

Tan simétrico como la palabra "pop". Tan perfecto como un nombre propio.

No vi a Keane la primera vez que pasaron por Guadalajara. Ni siquiera leí las reseñas de aquella presentación, de modo que llegué al concierto de anoche completamente en blanco. Dicho esto, mi idea de un concierto de la banda de Tom Chaplin era muy diferente a lo que vi. Me imaginaba algo más relajado, "fresa", elegante y sobrio, muy pop pero sin estridencias. Sí, el concierto tuvo la mayoría de esas características, pero además fue divertido, explosivo, vibrante, ensordecedor y bullicioso. Como vocalista, Chaplin es un auténtico showman, carismático, bien plantado en el escenario. Vaya, sabe cómo echarse al público a la bolsa.
¿Los highlights de la noche? Los bien librados intentos de Chaplin de dirigirse al público en español, sus continuas alocuciones, el evidente disfrute de la banda de tocar ante los tapatíos, los clips de video y un set list pletórico de hits: Desde los coreadísimos y emotivos Somewhere only we know e Isn't any wonder? hasta favoritos indiscutibles como This is the last time, Everybody's changing, Bedshaped, Spiralling, Lovers are losing y Perfect Symmetry.
Ver a Keane en directo y en México vale cada centavo. Y recalco "en México" porque parece que la banda se divierte más tocando aquí que en cualquier otra parte. O tal vez es sólo el encanto de Tom y sus amigos el que lo hace a uno (individual y colectivamente) sentirse especial.
Una línea imaginaria me partió, y mis puntos simétricos flotaron equidistantes.

Keane. 25 de febrero de 2009. Auditorio Telmex (Guadalajara, México). 6,000 personas.

Foto: S.S. Starbird.

22.2.09

El poder felino ataca con modos nocturnos. Me pareció ver un lindo gatito.


No entiendo por qué ciertos músicos al alcanzar determinado estatus comienzan a negarse a incluir dentro de sus conciertos las canciones que los volvieron famosos, las joyas más populares y masivas de sus cancioneros. Suele pasar que el público busca a su artista favorito en directo y espera escuchar esa canción (el hit indeleble, la cápsula pop), pero simplemente no aparece.
Cat Power ofreció un show íntimo, parsimonioso, elegante y estelar en el marco de la edición 2009 del MxBeat tapatío, pero carente de hits. El set list se orientó a explotar de manera íntegra su reciente "Jukebox", dejando de lado canciones que los asistentes clamaban entre murmuros: The Greatest, Lived in Bars, Sea of Love... La falta de temas conocidos provocó cierta dispersión, pero aún así, ver a Chan Marshall en directo es toda una experiencia. La monarca del reino indie posee una gran reputación y no es gratuita: su voz raspa, cobija y embellece. Sus movimientos son una delicia. Vaya, que enamorarse de Cat Power es la cosa más fácil del mundo.
Otros actos destacados de la jornada fueron los ingleses sorpresivos de Mystery Jets en su debut mexicano, en un show de puro glitter e indie glam; el Instituto Mexicano del Sonido, grandes concentradores de público y repartidores de fiesta; y el francés Sebastien Tellier con su presentación de fibra homoerotica y viciosa.
El saldo es definitivamente a favor. El MX09 no trascenderá como el festival del año (sobretodo considerando los festivales que se nos vienen encima), pero sí como una fiesta grande, divertida, melódica y que, como siempre, esperaremos que se repita en 2010.

Mx09. 21 de febrero de 2009. Club San Ciro (Guadalajara, México). 6,000 personas.

Foto: Stefano Gionanni/Matador Records

16.2.09

Misiles directo al corazón. En las lides del alma no aplica el programa de desarme.

Los estábamos esperando no con poca anticipación. Sabíamos que sería una cosa tremenda. Éramos pocos pero emocionados hasta el tuétano. The Dears, una de las bandas punteras de la escena canadiense, hizo escala en Guadalajara en el marco de la gira promocional por el lanzamiento en México de su más reciente álbum, "Missiles".
Lo único decepcionante fue el aforo, muy inferior al que me pude haber imaginado frente a un show de esta categoría. The Dears son un auténtico manjar en directo, una banda que te deja una marca indeleble que combina la tristeza y el regocijo, la pasión y la serenidad. ¿A dónde se fue Guadalajara esa noche? ¿Qué mejor cosa había por hacer sino ver a los diirs?
El concierto inició con el vocalista Murray Lightburn sembrado entre el público. La música sonaba pero el escenario estaba vacío. Entre la gente, Murray blandía el micrófono e interpretaba Disclaimer ante los fans ávidos de llevarse la foto del recuerdo a casa.
Durante la velada se escucharon clásicos como 22: The Death of All Romance, You and I are a Gang Losers y Bandwagoneers así como el íntegro espectro sonoro de "Misseles", entre las que se destacaron Money Babies, Crisis 1 & 2, Dream Job, Demons y Meltdown in A Major. Incluso sonaron el "happy birthday" y las mañanitas en versión indie para celebrar el onomástico del sonriente guitarrista Chris McCarron. En otras circunstancias habría lloriqueado porque no tocaron Ticket to Immortality, el tema pop más épico de su cancionero, pero la verdad es que al final ni siquiera la extrañé.
Mención aparte merece la banda abridora, Technicolor Fabrics, una interesante propuesta local que estuvo mejor plantada en el escenario de lo que yo esperaba. De hecho, fueron una gran sorpresa, un muy agradable entremés.
En alrededor de 100 minutos se terminó la música pero prosiguió el encanto. Fuimos bombardeados, pero en nuestra zona de guerra la devastación fue un paraje hermoso.

The Dears. 13 de febrero de 2009. Teatro Estudio Cavaret (Guadalajara, MX). 200 personas.
Foto: Arts & Crafts México

11.2.09

Una pregunta a John Malkovich. La batalla definitiva entre "orgánico" e "inorgánico".

John Malkovich vino a Guadalajara para ver, casi por última vez en su presente temporada, la obra de teatro que dirigió primero en Francia y que decidió montar después en México con un reparto completamente mexicano: El Buen Canario, un drama de Zach Helm ambientado en Nueva York que aborda la singular relación de un escritor incipiente pero prometedor y su esposa adicta a las anfetaminas.
El actor norteamericano brindó una conferencia de prensa que lució atestada. Todos querían preguntar. Y es que era el mismísimo Malkovich frente a nosotros, el Malkovich humano que rechaza su parecido al Malkovich mítico, pero que sin embargo posee una personalidad hipnótica, una voz embriagante, una mirada que se clava en tu mirada y te responde mucho más de lo que dicen las palabras.
Una hora con los medios, decenas de periodistas y sólo pudimos hacerle una pregunta. Esto fue lo que nos dijo.

En La Sombra del Vampiro hay una escena entre su personaje y el de Catherine McCormack, una conversación en la que usted le pregunta algo como: "¿Por qué razón querrías hacer teatro si puedes salir en películas?". Entonces ella contesta: "sobre el escenario, el público me da vida... el cine solamente me la quita".
¿Estos diálogos de alguna forma reflejan su sentir o su percepción de sobre el cine y el teatro?

Bueno... Yo no pienso que el cine me haya quitado nada. He tenido experiencias entrañables, he conocido gente maravillosa, he podido estar en grandes películas. Así que de ninguna forma pienso que el cine me haya arrebatado algo, ni como actor ni como una persona común, en cuyo caso las películas son mi experiencia de vida laboral.
Ahora, las películas no son efímeras, por lo tanto no son como la vida. Ellas no me recuerdan la vida. Como el personaje de La Sombra del Vampiro dice en determinado momento: "Nadie podría decirnos "debiste haber estado ahí", porque de hecho ya lo estuvimos".
Y es así como siempre pienso al teatro. Es un organismo vivo, tan frágil como cualquier cosa viva. Y es hermoso, en parte debido precisamente a esa fragilidad. El teatro está vivo, el cine no. Y esto no pretende ser una crítica al cine, pero si proyectas una película esta noche y lo haces de nuevo mañana, seguirá siendo la misma película. Si ves una obra de teatro esta noche y vuelves a verla mañana, de ninguna manera será la misma obra. Como dije, eso me gusta porque me recuerda la vida.

Foto: JUAN CARLOS POLANCO / CORTESÍA