17.11.08

Los héroes de mi generación son héroes de ficción. James, no nos dejes morir.

Todavía hay a quien le cuesta ver a Daniel Craig como el 007. Muchos buscan en él la elegancia y el refinamiento arquetípicos del personaje, pero no están ahí. Ambos elementos están en proceso de construcción, y por ello es importante recordar lo siguiente: Tanto Casino Royale como Quantum son precuelas al resto de la franquicia James Bond, forman parte del arco que nos explica el origen del 007 y cómo fue que se transformó de un tipo bruto, violento y carente de estilo en un auténtico hito de la pulcritud y el espionaje.
Dicho lo anterior, es justo decir que Quantum participa acertadamente en el proceso evolutivo del personaje. Tras la muerte de Vesper en la primera parte (el primer gran amor de Bond), lo único en lo que el protagonista piensa es en vengarse. Lo que ignora es que su próxima misión (que podría darle pistas sobre la tragedia de Vesper) lo llevará a tomar decisiones que le forjarán su carácter como agente secreto. Para salvar el día, Bond deberá viajar por Europa y Sudamérica en medio de escenas de acción absolutamente espectaculares y estridentes, de adrenalina inagotable.
Una cinta que es puro divertimento, puro heroismo anti-modélico, puro histrionismo de goma de mascar: sabes que te provocará caries, pero te importa un bledo. A final de cuentas, es Bond, James Bond.
Las leyendas no piden permiso... ni tampoco perdón. ••••

007: Quantum De Marc Forster. Con Daniel Craig, Judi Dench, Olga Kurylenko y Mathieu Amalric. Reino Unido/Estados Unidos, 2008.
Foto: COLUMBIA PICTURES

UNA VERSIÓN ALTERNATIVA DE ESTA CRÍTICA SE PUBLICÓ EL 14 DE NOVIEMBRE DE 2008 EN EL SUPLEMENTO LA BUENA VIDA DE EL INFORMADOR, DIARIO INDEPENDIENTE.

12.11.08

Copos de nieve caían sobre mí. Al derretirse, parecían lágrimas. Navidad en noviembre.

Tal vez porque diciembre es chapucero o tal vez porque desde pequeños nos educan para ser unos sentimentales, pero tengo la impresión de que muchas de nuestras primeras canciones favoritas son villancicos. Con los años y tras escucharlos una Navidad tras otra, comenzamos a darlos por sentado y, por lo tanto, se nos vuelven chocantes o invisibles. Si alguien me dijera "oye, hay una banda tocando villancicos como nunca los has escuchado; Noche de Paz, Jingle Bells, todas suenan como nuevas", yo no lo creería. La excepción sería si las versiones fueran de Béla Fleck & The Flecktones. Inmediatamente abandonaría la incredulidad.
Por segunda ocasión, el genio del banjo Béla Fleck visitó Guadalajara acompañado de Victor Wooten, Future Man y Jeff Coffin para ofrecer un concierto de genialidad tras genialidad, de música y no de imagen, para "desorbitar" los tímpanos, no los ojos.
Cuatro hombres, un escenario desprovisto de artificios y la música más jugosa del mundo en un recital donde las bases fundamentales del bluegrass volvieron a conectarse con un jazz musculoso, de alturas insospechadas. Béla y compañía representan sin duda "las grandes ligas de las grandes ligas".
Durante la noche hubo de todo: canciones navideñas en versiones súperenriquecidas, jamming, intervenciones en solitario, muchos gritos, aplausos y hasta besuqueos podológicos.
Con un Victor Wooten que de nueva cuenta nos ofreció un solo perfecto, mucho más emocional y aplastante que en su visita anterior (si es que eso es posible), un Future Man incansablemente lúdico y un Fleck tan magistral como magisterial, los 135 minutos de concierto se diluyeron como agua.
Me soñé ahorcado (pero sonriente) con una cuerda de banjo.

Béla Fleck & The Flecktones. 11 de noviembre de 2008. Teatro Diana (Guadalajara, MX). 2,000 personas.
Foto: FLECKTONES TOURS

7.11.08

Vintage pop para estrujar corazones. Las noches en el desierto son frías a pesar de la luz neón.


El sentimiento de pérdida y la nostalgia. No existe un salvoconducto para pasarlos de largo. A veces incluso te asaltan a traición. Tal vez porque les gusta ser protagónicos, tal vez porque es humanamente imposible vivir y morir sin ellos, los ingredientes genéticos del amor y el desamor.
Semejante noria emocional tiene un nombre:
Glasvegas, la banda que convirtió el melodrama de crinolinas y el pop de la era 'philspectoriana' en su flamante álbum debut, una estocada directa al corazón, un exprimidor de jugo ocular tan-absolutamente-vintage-pero-tan-absolutamente-moderno que no podía pasar desapercibido en los tiempos de la música artificial.
En su disco epónimo, los de Glasgow otorgan al rock clásico toda la musculatura del 'noise rock', una mezcla que sirve como el telón de fondo perfecto para los sufridos falcetes del vocalista James Allan.
En el año en que el pop decidió mirar a los años '80,
Glasvegas decidió mirar más allá, forzar la máquina del tiempo hasta los días de las rockolas más coloridas. El resultado son diez canciones envaselinadas y pedregosas, un pin-up ajado donde una chica de 1963 tiene el rimel corrido porque su acetato de 45rpm de Be my baby está rayado, lo que implica que nunca (pero lo que se dice nunca) podrá volver a suplicar por amor.
Recordar es volver a sufrir.

GLASVEGAS ••••
Artista:
Glasvegas Sello: Sony BMG Año: 2008 Duración: 42'
Indispensables en tu MP3 player:
Flowers and football tops / Daddy's gone / Geraldine / It's my own cheating heart that makes me cry / Go square go
Foto: SONY BMG