11.2.09

Una pregunta a John Malkovich. La batalla definitiva entre "orgánico" e "inorgánico".

John Malkovich vino a Guadalajara para ver, casi por última vez en su presente temporada, la obra de teatro que dirigió primero en Francia y que decidió montar después en México con un reparto completamente mexicano: El Buen Canario, un drama de Zach Helm ambientado en Nueva York que aborda la singular relación de un escritor incipiente pero prometedor y su esposa adicta a las anfetaminas.
El actor norteamericano brindó una conferencia de prensa que lució atestada. Todos querían preguntar. Y es que era el mismísimo Malkovich frente a nosotros, el Malkovich humano que rechaza su parecido al Malkovich mítico, pero que sin embargo posee una personalidad hipnótica, una voz embriagante, una mirada que se clava en tu mirada y te responde mucho más de lo que dicen las palabras.
Una hora con los medios, decenas de periodistas y sólo pudimos hacerle una pregunta. Esto fue lo que nos dijo.

En La Sombra del Vampiro hay una escena entre su personaje y el de Catherine McCormack, una conversación en la que usted le pregunta algo como: "¿Por qué razón querrías hacer teatro si puedes salir en películas?". Entonces ella contesta: "sobre el escenario, el público me da vida... el cine solamente me la quita".
¿Estos diálogos de alguna forma reflejan su sentir o su percepción de sobre el cine y el teatro?

Bueno... Yo no pienso que el cine me haya quitado nada. He tenido experiencias entrañables, he conocido gente maravillosa, he podido estar en grandes películas. Así que de ninguna forma pienso que el cine me haya arrebatado algo, ni como actor ni como una persona común, en cuyo caso las películas son mi experiencia de vida laboral.
Ahora, las películas no son efímeras, por lo tanto no son como la vida. Ellas no me recuerdan la vida. Como el personaje de La Sombra del Vampiro dice en determinado momento: "Nadie podría decirnos "debiste haber estado ahí", porque de hecho ya lo estuvimos".
Y es así como siempre pienso al teatro. Es un organismo vivo, tan frágil como cualquier cosa viva. Y es hermoso, en parte debido precisamente a esa fragilidad. El teatro está vivo, el cine no. Y esto no pretende ser una crítica al cine, pero si proyectas una película esta noche y lo haces de nuevo mañana, seguirá siendo la misma película. Si ves una obra de teatro esta noche y vuelves a verla mañana, de ninguna manera será la misma obra. Como dije, eso me gusta porque me recuerda la vida.

Foto: JUAN CARLOS POLANCO / CORTESÍA

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